Aventuras y desventuras de un concejal que creía en las renovables


Se llama Juan Ramón García. Fue concejal de Onil (Alicante) y uno de los impulsores de las ordenanzas solares en España. Creía en las renovables cuando eran menos conocidas y batalló para convencer a todos de sus beneficios. Con un mensaje directo denuncia ahora la campaña de acoso que están sufriendo las energías limpias. Su vídeo está colgado en vER.

“La casa donde está hecho el video llegó a ser totalmente autosuficiente, me fabricaba hasta el gas-oil para mi vehículo utilizando aceites usados de restaurantes del municipio”, nos cuenta Juan Ramón García. Aunque quizá, lo mejor es comenzar por el principio. Esta es la historia de un hombre cualquiera, de un pueblo cualquiera, que un día descubrió las energías renovables y se puso manos a la obra. Nos lo cuenta él mismo.

“Después de una experiencia inicial trabajando con energía solar en los años ochenta, compré numerosos libros de renovables y comencé a poner en práctica todo ello en mi propia casa en el campo, instalando un aerogenerador, placas solares térmicas y fotovoltaicas y un generador de butano (más ecológico) para las emergencias. Durante varios años, hasta los electricistas de los alrededores me preguntaban como solucionar algunos problemas en sus instalaciones solares”.

“En 1995 la casa era ya autosuficiente energéticamente. El propio alcalde de Onil se interesa por el asunto y me propone estar con él en la siguiente legislatura. Ya como concejal de Medio Ambiente y Urbanismo, mi primer proyecto fue reunir a los constructores de la zona para intentar hacerles ver las ventajas de construir de una forma más sostenible, con mejores orientaciones, aislamientos, con energía solar térmica, etc. Su argumento siempre era el mismo: eso encarece la vivienda. Así que pensé que había que hacer algo diferente”.

“Entonces encontré la Ordenanza Solar de Barcelona, que hacía poco que había salido, pero me pareció complicada de llevar a cabo en un municipio tan pequeño y con tan pocos medios técnicos (de personal básicamente). Así que traté de simplificarla para hacerla comprensible y, sobre todo, para poder ponerla en práctica. Después tuve que "pelearme" con varios de mi propio partido para que accedieran a aprobarla, pues la veían como una medida antipopular. Al final, conseguí que se aprobara con todos los votos a favor, menos una abstención del partido de la oposición”.

“Ese año organicé unas Jornadas de Medio Ambiente donde se hicieron cursos para fabricar paneles solares térmicos, charlas sobre renovables, talleres donde cocinamos productos ecológicos, talleres para ahorro de agua con instalaciones demostrativas, etc, todo ello "publicitado" por la radio para que se enterara toda la comarca. Y con todo este "jaleo" nadie se atrevió a votar en contra de algo que estaba tomando tanta fuerza”.

Por entonces estaba en contacto con el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) y con Jose Luis García Ortega, de Greenpeace. Les envié una copia de la ordenanza y se lo dije al alcalde, que también se la envió a la Federación de Municipios y Provincias (FMP), lo que me alegró enormemente. Mi sorpresa fue cuando poco después me enteré que el IDAE y la FMP enviaron copia de la ordenanza a todos los ayuntamientos de España, con la intención de facilitarles el trabajo si querían adoptar esta medida. Así fue como, poco a poco, muchos ayuntamientos fueron sumándose a la lista lo que me llenó de satisfacción”.

“Cuando dejé la concejalía intenté poner en marcha algunos proyectos muy interesantes sobre renovables, pero como no soy ingeniero ni rico, los bancos no me dieron financiación y tuve que dejar el asunto y dedicarme a otras cosas, aunque nunca dejé de informarme y de estar en contacto con la gente que conozco del mundo de las renovables. Podréis comprobar con mi nombre que estoy suscrito a vuestra revista desde el primer número”.